BREVET 400 Km “Vuelta a Niño Dios”
-El truco está en que no te importe que duela -dice Lawrence.
Esta es una de las habilidades más útiles en la vida: soportar el dolor cuando sea necesario, en lugar de suponer que hay un atajo o un truco para evitarlo.
[Morgan Housel, extracto de su libro "Lo que Nunca Cambia en un Mundo Cambiante"]
Sábado 07 de septiembre 2024
A las 16:00 hrs., con partida única, iniciamos esta nueva Brevet de 400 km, con algo de sol y agradable temperatura, pero preparados para pronto abrigarnos. Yo partí y al rato me empiezo a sentir mal del estómago, lo que en el punto N°1 de Santa Matilde (Km. 76) se hizo más agudo. Sin encontrar un baño ahí, decido llevarme un confort por si la emergencia de evacuación estomacal se presentaba súbitamente en el camino. En la cima de la Cuesta Chacabuco también pensé en buscar un baño natural, cuestión descartada por la presencia de varios motoqueros con una especie de “carrete” allí arriba.
Aparte de esa molestia permanente, que tampoco me dejó comer de forma normal, todo iba bien hasta allí. La noche estaba fría pero nada que no esperase.
Pasamos por el Punto N°2 de Catemu (Km 159), alrededor de las 22:30 hrs., donde sólo me abastecí de agua y continué la marcha. Pasamos por un tramo de ripio de 4 kilómetros y luego avanzamos a través de Hijuela y Nogales, hasta dar con una bajada de 12 km. que me llevó congelado directamente hasta el punto de control de Puchuncaví (N°3, Km. 222), donde, para mi feliz sorpresa, estaba Andrea, mi polola que es parte de la organización. En la escuela de Puchuncaví, único punto presencial de la ruta, y como siempre fantásticamente atendido por Brevet Chile, entré en calor con un buen maruchán y café. Además piqué mucho de papas fritas, chocolatines y todo lo que había y, como no, pude ir de una buena vez a un baño como corresponde.
A partir de aquí, se sabía que comenzaba la parte difícil de esta Brevet, pero no tenía presupuestado que fuese tanto el infierno. Desde aquí hasta la cima de la Cuesta La Dormida (Km. 310 aprox.) se pasó mal, hubo dolor y pareció eterno. Entre medio de la seguidilla insufrible de murallones, pasé por el Punto N°4, el famoso Templo Niño Dios (Km. 294) justo cuando amanecía.
Acabada la pesadilla, ya en la mañana del domingo, me tomé otro café en Tiltil junto a unos connotados randonneurs, para continuar hasta Lampa durante la mañana. Aquí me percaté que mi rueda trasera iba perdiendo presión de a poco, posiblemente por un pinchazo microscópico. Decidí seguir e ir viendo como aguantaba; no quería cambiar cámara porque me cuesta un montón desmontar y montar mis neumáticos en estas llantas (Al final me detendría a inflar unas 5-6 veces hasta llegar a meta y mi ritmo sería aún más lento en esta última parte).
En el punto de Lampa (N°5, Km. 359) me saqué un par de varios kilos del cuerpo al desabrigarme. Luego, la cuesta Pie Andino, como era de esperarse, fue a ritmo tortuga, con las piernas ya desinfladas incluso más que mi rueda trasera. Una vez abajo, se sintió agradable pedalear y sentir un avance continuo a más de 7 km/hora. Finalmente, logré la meta a las 15:00 hrs., sintiéndome completamente molido, como pocas veces recuerdo me había sentido al terminar una brevet.
Esta Brevet la sentí en extremo dura. A pesar de estar relativamente acostumbrado a estos desafíos, y de ser una distancia conocida como “manejable”, esta ruta demostró que siempre pueden aparecer nuevas exigencias que doblegar. Por lo mismo, disfruté mucho el logro de llegar a la meta, habiendo recorrido la ruta solo, sintiendo malestares y viendo el panorama metafórica y literalmente cuesta arriba en buena parte del camino.
Carlos, mi primera brevet 400 y sentí en carne propia nuevamente todo lo que relatas me siento magnánimo de estar al nivel de lo que estás relatando y no solo sobrevivir a esto, sino que lograrlo, con mucha humildad te lo digo y con orgullo, que bueno convertirse en eso que soñé ser, sobretodo cuando despues de este relato, indirectamente... viví codo a codo contigo lo difícil de esta ruta