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cncarvaj

[1.000 Km] BREVET DEL TRUENO


A partir de ahora, descenderé para buscar en las profundidades de mí mismo, en la lejanía. Ese es un territorio nuevo, desconocido, tal vez sea mi última frontera. No sé si seré capaz de traspasarla, pero es maravilloso colocar banderas sobre un mapa en lugares donde aun no hemos llegado. Da igual la edad que tenga, da igual dónde me encuentre”.  

(De Haruki Murakami, en "De qué hablo cuando hablo de escribir")

DÍA1

La partida de esta Brevet de 1.000 kilómetros fue desde el Parque Inés de Suarez, en Providencia. La mañana presagiaba el caluroso primer día que se nos venía por delante.

La marcha sería hacia el sur, pasando por Pirque, Cuesta Chada, Codigua, San Francisco de Mostazal y Rancagua, para llegar al PC N°1 en Quinta de Tilcoco (Km. 133). Allí rellené las botellas con líquido y seguí inmediatamente.

Mi objetivo era avanzar lo más posible manteniéndome lo más descansado posible en este primer día. La ruta era plana, así que había que sacar el mayor provecho de eso.

Seguí avanzando y me junté con una dupla de ciclistas sureños. Con ellos compartí la ruta hasta el PC N°2, en Chépica (Km. 229), apegado al mismo libreto: avanzar rápido, sin pausas y tratando, a la vez, de dosificar energías durante esta primera mitad. No estaba tan fácil de cumplir por el intenso calor.

En Chépica estuve de nuevo breves minutos. Alcancé a abrazar y compartir con Andrea (mi polola, parte de la organización de Brevet Chile), tomar y recargar líquido y comer algo rápido. Saliendo de Chépica me uní a una grupeta grande de unos 10-12 ciclistas, a ritmo bueno y constante y, lo mejor, sin producir mucho desgaste.

El camino no variaba mucho. Algunos repechos aparecían pero nada terrible hasta ahí, y la temperatura iba -por fin- refrescando a medida que nos acercábamos al PC N°3 (San Rafael, Km. 337). Hasta que, llegando a la cima de una cuesta muy corta, nos abrigamos para el descenso que llevaba hasta el Punto de Control N°3 (San Rafael, Km. 337), donde marcamos nuestro paso en el QR a las 20:49 hrs.

Mi cálculo decía estaría en el PC N°3 a las 24:00 hrs., por lo que estaba bastante bien, así que me lo tomé con calma pero sin perder el tiempo. Comí maruchán, plátano y de todo lo que había para picar. Me apliqué crema chamois, y me abrigué completamente para la noche. Salí del PC N°3 poco después de las 22:00 hrs., uniéndome a otra grupeta de 4 randonneurs experimentados y conocidos de varias otras Brevet.

Al poco andar nos alcanzó la misma numerosa grupeta con quienes yo había llegado antes a San Rafael y habían partido de allí antes que nosotros. No nos cuadraba. Resultó que habían tenido una caída y luego de recuperarse habían tomado un camino equivocado. Y entre todo eso, nosotros los habíamos pasado sin darnos cuenta.

Así que ahora éramos un solo gran pelotón, pedaleando en la oscuridad hacia Linares (PC N°4, Km. 433).

De repente, en un repecho mi cadena se salió. Al parar para ponerla de vuelta me rezagué y tuve que pedalear fuerte para reengancharme al pelotón. Cuando lo logré -exhausto-, no sé cómo estaba al frente tirando. Así que no me percaté de que uno de mis compañeros había pinchado y que el resto se habían quedado a ayudar y esperarlo. Sólo me di cuenta más adelante, cuando dejé de tirar y vi que ninguno de ellos estaba pasando al frente.

En fin, igual llegamos a Linares (PC N°4, Km. 433), marcamos en la Plaza de Armas a las 01:38 hrs. y luego pasamos a una Copec a comer, ir al baño y reabastecer de líquido y comida. En eso estábamos cuando llegó “mi” grupeta (que habían pinchado sin yo percatarme) y me reintegré con ellos para seguir la ruta. Ahora tocaba atravesar una noche que se venía fría, ya que iríamos rumbo hacia la costa y no encontraríamos nada donde abastecernos.

DÍA 2

Partimos los cuatro desde Linares alrededor de las 03:30 hrs. del viernes 01/nov/2024.

Desde aquí, la ruta comenzaba a ponerse más compleja. Empezaba a aparecer más desnivel positivo, lo que se sumaba al desgaste acumulado, el frío, el sueño y la necesidad de mayor concentración que exige la noche. Todos nos conocíamos bastante bien para estar tranquilos pasando la primera noche pedaleando, así que íbamos confiados en avanzar a paso sólido y llegar de amanecida al PC N°5 en Constitución (Km. 555).

No fue perfecto. El avance fue más lento de lo pronosticado. Quizás el desgaste y calor del primer día nos estaba pasando la cuenta ahora, así que debimos detenernos en un paradero para dormir 20 minutos, y poder seguir sin “dar la cacha” como íbamos. Esperábamos que pronto amaneciera para, no sólo despertar la cabeza, sino que también los rayos de sol comenzasen a descongelarnos y hacer más fluido nuestro pedaleo. Cuando por fin llegó el amanecer y . . . comenzó la lluvia.

Al menos para mí fue inesperada. Así que bien abrigado como iba (calcetines bien gruesos, pierneras térmicas, chaqueta y cortaviento) y sin nada impermeable, me mojé entero. Hicimos otra parada apenas vimos un negocio abierto, donde nos comimos unos sándwiches queso-jamón; y luego de eso llegamos a Constitución a través de una bajada con mucha pendiente en donde justo se puso a llover más fuerte.

En Constitución (PC N°5, Km. 555) marcamos nuestro paso a las 09:40 hrs. Todos habíamos planificado aquí una detención larga. En mi caso, dormiría entre 1-2 horas, luego de sacarme toda la ropa mojada. Haber enviado el dropbag a este punto de control resultó acertado, ya que pude cambiarme la calza y primera capa por ropa seca. Estaba en lo mejor de mi “durma” cuando Cristián, compañero de la grupeta, me despierta a las 11:30 hrs. para contarme el plan que venía: tendríamos alojamiento en Pichilemu (Km. 750) en casa de un amigo de él, así que retomaríamos la marcha a las 12:00 hrs. (dentro de media hora), para avanzar por los Puntos N°6 (Hualañé, Km. 645), N°7 (Paredones, Km. 720) hasta llegar a Pichilemu -ojalá- antes de las 24:00 hrs. Así que me levanté para, rápidamente, rearmar todo. Vestirme, decidir qué ropa llevaría, que dejaría, qué hacer con lo mojado, qué comida llevar y dejar, cargar la bici, lubricar cadena, cargar líquidos, etc. Lo que más me preocupaba eran los pies, ya que había mojado mis calcetines gruesos, pero el bueno de Néstor, mientras algunos dormíamos, había comprado calcetines para todos en Constitución. Con compañeros de grupeta así, mejor era que me apurara para seguir con ellos.

El viaje desde Constitución tenía una telón hermoso; un fondo de pantalla de Windows. No importó mucho que por un buen rato volviera la lluvia. Nos sentíamos super bien, el descanso en Constitución nos vino perfecto. Mantuvimos un buen ritmo hasta Hualañé (PC N°6, Km. 645), donde nos alcanzó Dani Santander. Con él, éramos ahora 5 en la grupeta. A Paredones (PC N°7, Km. 720) llegamos alrededor de las 20:00 hrs., cuando comenzaba a oscurecerse y asomarse la segunda noche. Allí, con Néstor comimos un completo, café y bebida. Retomamos alrededor de  las 21:30 hrs. rumbo a nuestro “punto de descanso” en Pichilemu (Km. 750).

A Pichilemu llegamos justo a las 24:00 hrs., como era el plan. Nos separamos de Dani, que hizo lo mismo que nosotros pero en una casa de un amigo de él. La casa a la que llegamos se alejaba poco de un hotel. Comimos tallarines con salsa y vienesas, té caliente y antes de las 1:00 AM estábamos durmiendo en camas y abrigados.

DÍA 3

Según nuestro libreto, saldríamos desde Pichilemu a las 4:00 AM del sábado 02/nov. La idea era subir la cuesta de 15 kilómetros que sale desde Pichilemu, coincidiendo con el amanecer, y que el mayor frío nos pillara llegando al final de esa cuesta. Aunque eso salió tal cual estaba pensado, en la bajada igual nos congelamos terriblemente. Pronto tuvimos que parar unos minutos en el primer lugar donde llegaban unos escuálidos rayos de sol, cerca de Litueche. Al rato, en esa ciudad, se nos unió Marcelo y volvimos a ser cinco.

A las 9:00 hrs. estábamos en el PC N°8 de Rapel (Km. 850). Buen lugar, como siempre, para desayunar tallarines (de nuevo), reabastecer, rearmar por última vez la bici y tomar fuerza para el impulso final.

Dejamos Rapel a las 10:00 hrs. bajo un intenso calor, el que nos acompañó durante todo el resto del día. Paramos un par de veces para recargar líquidos y hasta “ducharnos” con una manguera en un negocio amigo poco antes de Melipilla.

En Punto N°9 y final en El Monte (Km. 956), a las 15:30, coronamos con un brindis con cervezas bien ricas y heladas (bueno, asumo que estaban ricas porque no tomo, pero igual brindé). Desde ahí, los últimos 50 km. fueron de aprovechar el vuelo hasta la meta en Espacio Sustenta, en Ñuñoa, donde llegamos algo pasado las 17:00 hrs., en excelente ánimo y forma para celebrar como correspondía por un buen rato.

Ésta era mi segunda brevet de 1.000 km. y la viví de forma intensa, tranquila, divertida y con muy buena sensación. La mayor parte la hice en grupo, cosa no habitual para mí; pasé por lugares hermosos y sentí la alegría de la superación. En la versión anterior, 2 años atrás, sentí el sufrimiento, especialmente al atravesar la segunda noche con mucho sueño, cansancio y frío. Por eso, tenía temores antes de esta brevet, al visualizar esas largas 60 o 70 horas sin pasarlo bien.

Pero esta vez fue distinto. Me sentí bien durante toda la ruta. Llegué a meta fresco, entero, sin la sensación de necesitar un descanso eterno para volver a la vida. A medida que avanzaba y me sentía bien, aparecieron no sólo las ganas de completar la brevet, de mirar adelante hasta el final, de disfrutarla y, luego de llegar, de continuar haciendo estas cosas. Quedé contento de haber podido acercarme a la constancia que me había propuesto este año, de ver los buenos resultados, y compartiéndolo con una grupeta fantástica.

El equipo de Brevet Chile se merece un especial agradecimiento.



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