Viernes 15 de abril 2022
ANTES
Tres años después de la última Brevet de 600 km., llegó finalmente el día que muchos y muchas esperábamos con ansias, en que volvía a realizarse esta desafiante prueba de ciclismo de ultra distancia. El calendario 2022 se había realizado de forma íntegra y exitosa, con muy alta participación y mucha motivación colectiva, por lo que el escenario estaba perfectamente dispuesto para tener un evento bonito y memorable.
Después de hacer la Brevet de 400 km., en febrero 2022, decidí que en la preparación para esta brevet de 600 km. incluiría un trabajo de fuerza. Piernas y core fuertes me ayudarían a evitar molestias musculares que tuve en el último cuarto de la anterior ruta de 400 km. Así que seguí una rutina constante de fuerza con pesos durante las 6 semanas de preparación, con objeto de recuperar algo de lo perdido en los últimos 2 años de pandemia. Además de eso, hice mi actividad ciclística habitual, sin mucha variación. Procuré ser constante, pedaleando seguido y aumentando el volumen o intensidad los fines de semana. No hice grandes fondos que me acercaran más a la experiencia de la brevet, como distancias mayores a 200 km., rutas de más de 1 día, o pedaleos nocturnos con frío.
Usé la misma bicicleta con la que he hecho las brevet esta temporada. Una de gravel, con neumático de 32 mm de dibujo casi liso, muy rodador y rápido en pavimento y que me da más seguridad y confort que unos de ruta. De equipamiento, llevé un seatbag grande (ropa de abrigo, cámaras, luces de repuesto y comida) y un bolso en la tee (baterías, cables, mica de lentes para la noche y suplementos de comida).
Partí vestido con tricota de manga corta, manguillas, chaqueta de ciclismo, calzas cortas, calcetines de invierno delgados y guantes cortos. Para abrigarme llevé una primera capa superior, un cortavientos, una chaqueta para lluvia muy delgada pero cero transpirable (un auténtico “sauna”), dos calcetines extras, dos cubrecalzados (unos de punta de pie y otros de pie entero), un par de pierneras, un gorro térmico, dos bandanas y dos pares de guantes largos (unos delgados y otros gruesos, en caso de frío extremo usaría ambos).
LA BREVET
Desperté a las 4:00 AM del viernes 15 de abril, con el tiempo necesario y suficiente para desayunar, digestión, vestirme y un último ajuste al equipaje. Mi partida era a las 7:00 hrs., en el Parque Bicentenario de Vitacura, donde estaba registrándome a las 6:15 hrs. Había más de 100 inscritos y se respiraba un ambiente de alegría masiva. No tenía planificado ir en grupo. Iría a mi ritmo, con compañía eventual si se daba la ocasión. Estaba muy frío pero partí no muy abrigado, suponiendo que el calor aparecería antes del PC 1 de Tiltil (Km 80).
La salida de Santiago, como se esperaba, fue lenta y sin fluidez, especialmente por Av. La Paz e Independencia. Luego, pasamos por Colina y Lampa sin mayor problema, hasta llegar a Tiltil (Km 80) a las 10:00 hrs. Hasta aquí seguía nublado y no veía señales de calor hacia adelante, así que seguí y subí la Cuesta La Dormida sin desabrigarme.
Tras casi una hora de subida, comenzó el largo descenso hacia Limache y Villa Alemana, que tenía un primer tramo muy rápido y que luego pasa a un segmento más lento y con repechos, que incluía la Cuesta Lo Orozco. Tras pasar por el santuario de Lo Vásquez, llegué al PC 2 en Casablanca (Km. 173) a las 14:00 hrs., donde reabastecí líquidos y comí algo rápido. No quise comer algo más contundente como un completo o sándwich, sabiendo que el siguiente Punto de Control estaba a unos 50 km., y allí sí me tomaría más tiempo para comer. Igual me mantenía comiendo de forma constante durante todo el pedaleo.
Desde Casablanca (Km. 173) tocaba pasar la Cuesta Ibacache y luego seguir hasta el PC 3 de María Pinto (Km. 225), trayecto que era conocido de la anterior brevet, pero esta vez fue de día. Todo transcurrió de forma tranquila y llegué a María Pinto a las 16:30 hrs. Éste era uno de los tres puntos de control que tenía instalaciones con comida, electricidad y baños, y que invitaba a quedarse más tiempo. En mi caso, así lo hice, para comer y abrigarme un poco más, ya que se acercaba la noche.
Partí del PC 3 a las 17:30 hrs. con dirección sur hacia el PC 4 en Rapel (Km. 325). Sería un largo trayecto de 100 kilómetros, en oscuridad y con constantes subidas y bajadas que desgastan las piernas de forma silenciosa y engañadora. Al pasar por Melipilla, dudé si parar a comer en alguno de los muchos locales de comida, pero preferí seguir (mal hecho). El frío aumentó, pero no me significó problema, lo que me tenía contento por ser siempre uno de mis temores. También me crucé con algunos otros participantes durante las interminables subidas y bajadas llegando a Rapel.
Al PC 4 de Rapel (Km. 325) llegué a las 21:45 hrs., y el lugar era extraordinario. Un verdadero “5 estrellas” que recompensaba todo el agotador trayecto hasta aquí. Contaba con el apoyo de la organización “Juntémonos en Rapel” y había comida, sándwich, pizzas, líquidos, piezas para dormir, música y hasta mesas de pin-pon. Un lujo que los participantes agradecimos muchísimo. Aquí obviamente comí sándwiches y otras cosas, repuse líquidos y un café. También me abrigué un poco más las piernas y pies, ya que tocaba otro tramo de casi 100 km. que sería más frío. Hasta aquí iba al ritmo planificado y sintiéndome bien. Partí de allí alrededor de las 23:00 hrs., pero me tuve que devolver tras casi 2 kilómetros, al darme cuenta de que llevaba mis botellas vacías.
Al PC 5 de Pichidegua (Km. 421) llegué a las 04:30 am. del sábado 16 de abril, tras un rebelde pinchazo cerca de Litueche. El PC 5 era otro “oasis” de punto de control. Varios que me antecedían estaban durmiendo en las “suites” inflables. No me sentía muy agotado ni con sueño, más allá del agotamiento natural acumulado, pero necesitaba refrescar un poco la cabeza después del trayecto que se me había hecho eterno. Me tomé una sopita de fideos “Maruchan”, un café, muchos frutos secos y plátanos. Aquí fue donde más frío sentí, pero por suerte no me afectó. Igualmente me puse un par de cosas más de abrigo al partir, ya a eso de las 5:30 hrs., esta vez junto con 3 ciclistas que habían tenido una siesta en el PC 5.
Sabíamos que se venía quizás lo más difícil, por ser mayor el frío, por el cansancio acumulado, la amanecida con el fantasma del sueño y un tramo de camino riesgoso por alto tráfico de camiones cerca de Doñihue. Así que decidimos irnos en grupo a un ritmo controlado, que nos permitiera sortear mejor ese segmento. Pero al rato, uno del grupo -Daniel- sintió que no estaba bien y necesitaba parar un rato más para descansar, reponerse y continuar. Sucedió lo mismo luego con otro del grupo -Feña-.
Algunas veces es complicado ir en grupo, ya que puede ser traicionero si uno no se siente bien -no solo de piernas, también de cabeza y ánimo- y creo que en esos casos es mejor encontrar el ritmo propio y “reagruparse consigo mismo” para luego seguir.
Seguimos con Diego, hasta que comenzó a amanecer y se acentuó el frío. Nos aproximábamos al pueblo de Quinta de Tilcoco y estábamos enfocados en parar en el primer negocio abierto para comer algo de desayuno, ojalá unas empanadas. Lo logramos casi saliendo del pueblo; comimos unos panes con queso y jamón y un café, junto con Sebastián y Feña que también llegaron y comieron allí mismo. Fue bastante reponedor y nos permitió reiniciar la marcha con mejor ánimo y ya completamente de día. Pero Diego se sentía harto mejor de piernas que yo, así que nos separamos cuando yo bajé a un ritmo que me permitiese continuar sin fundirme o recuperar fuerzas sin dejar de pedalear. Así que seguí solo, pasando por Doñihue y Rancagua, trayecto que era peligroso por la poca berma y alto tránsito, y en donde paré un par de veces para desabrigarme y rearmar todo el equipaje para lo último. Preferí enfrentar la ruta casi sin mirar la distancia que quedaba, solo concentrándome en el “ahora”. Sabía que las piernas se habían desinflado un poco de energía, que quizás debí haber dormido algo en algún punto de control, pero también me sentía sin molestias musculares y eso me tenía satisfecho.
Al PC 6 de Graneros (Km. 519) llegué a las 11:30 hrs. y continué bastante rápido luego de marcar y reabastecer líquidos (no era un lugar como los tres puntos de control anteriores). El último tramo fue prácticamente una continuación del anterior. Para mí, la novedad fue conocer la Cuesta Chada (increíblemente nunca la había pedaleado) y después de eso vino una recta larguísima por el Camino Padre Hurtado hasta llegar a Pirque, donde aproveché de hacer una última parada para comer empanadas a la hora de almuerzo. Finalmente, la habitualmente desagradable “entrada” a Santiago, que esta vez fue por Av. Vicuña Mackenna, hasta por fin, culminar en la meta a las 16:40 hrs.
Al llegar, el ambiente en la meta era alegre y cálido. Me sentía bien, y aunque sin dolores estaba contento de que al fin se acababa. Había mucha gente, ciclistas que llegaron antes y otros que seguían llegando. Siempre se siente bien el ver y compartir las emociones, anécdotas y alegrías del resto, de amigos y familiares que estaban contentos, y por supuesto, de la organización que también disfrutaban con las llegadas y lo exitoso que resultó el evento.
DESPUÉS
Toda brevet deja cosas de las que aprender y mejorar para próximos desafíos. Para mí, lo positivo es que me sentí bien con el frío, realmente no lo sentí, no fue problema y eso me dejó contento. También rescato que el cuerpo estuvo mejor adaptado respecto a la anterior, de 6 semanas atrás; esta vez llegué sin molestias, sin dolores y llegué a casa prácticamente a continuar la vida normal.
Entre los aspectos a mejorar, está lo que me ocurrió en el último cuarto de la brevet, cuando disminuyeron mis energías y el ritmo significativamente. Para los próximos desafíos de más distancia, debo ajustar la comida, el qué, cuánto y cuándo. En esta brevet me sobraron geles, porque no quise comer más desde un cierto punto. Debo planificar y manejar mejor la ingesta durante el recorrido, separar más los geles y comer más comida sólida, pero de forma inteligente, adecuadamente espaciada y cuidando de no “enguatarme”. También deberé prepararme más en fondo, cosa que no hice en esta ocasión. Me gustaría poder identificar mejor los ritmos adecuados para extenderlos por largas horas, sin sufrir mermas tan grandes a medida que avanza la ruta.
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